LA VERDAD SOSPECHOSA. Don García es hijo de un noble que se convierte en principal aspirante al Mayorazgo (título de nobleza que ostenta su familia), pues su hermano mayor había muerto. Sin embargo, Don García es un mentiroso fino, y en una platería de Madrid ve a Jacinta, distinguida dama de la ciudad, y se enamora de ella; le pide información a su criado Tristán acerca de la joven, pero éste se equivoca y le habla de Lucrecia, amiga de la primera, que estaba con ella. Jacinta le envía una cita por escrito a Don García pero firmada por su amiga Lucrecia; el enamorado de Jacinta, Don Juan, se pone celoso porque piensa que Don García quiere cortejar a su pretendida (lo cual es cierto, pero éste confunde nominalmente a la joven con Lucrecia). Don Beltrán, padre de Don García, logra para su hijo la mano de la verdadera Jacinta, pero Don García elude el matrimonio con su verdadera amada mintiendo, e ilusiona a Lucrecia; corteja a Jacinta llamándola Lucrecia (aún por error) y ambas damas, que están juntas, se ponen celosas. Al fin logra concertar matrimonio con Lucrecia, pero él en realidad amaba a Jacinta, que se compromete con Don Juan.
Los personajes de La verdad sospechosa encarnan la figuración de la mentalidad y conducta barrocas. El autor plantea la duda y el conflicto interno de los personajes en una sociedad constituida desde la rigidez de valores y las premisas “de honor”, pertinentes para saber qué decir y cómo actuar en cualquier situación. Es en este punto preciso donde la sátira se vuelve una crítica, y subyace la idea del individuo poseedor de un mundo interior muy profundo y complejo, más allá de cualquier convención social predeterminada.
Alarcón juega con dos rangos constituyentes del personaje: el tipo y el arquetipo. El arquetipo es el rango más característico del teatro barroco, notándose claramente en la obra de Shakespeare y Calderón –entre otros- y proyectándose como el molde de donde la literatura y el teatro modernos obtendrán sus caracteres más representativos. El arquetipo se basa en dos premisas fundamentales, siendo éstas también (y no casualmente) las del barroco de los siglos XVI y XVII: la duda y el juego de apariencias. Lo primero es el intersticio que se genera cuando el individuo ha traspasado el umbral de los valores absolutos e incursiona en una nebulosa de tintes pasionales y rebeldes. Los cinco personajes principales de La verdad sospechosa se encuentran en esa nebulosa, como se demuestra en el cuadro siguiente:
PERSONAJES
VALORES ABSOLUTOS
VALORES RELATIVOS
Don García
Es un noble, su palabra debe ser sagrada.
Miente para conseguir sus propósitos.
Don Beltrán
Se enfurece ante la falta de señorío y las mentiras de su hijo, pues ellos son nobles y deben mantener su orgullo.
Alcahuetea a su hijo, y se deja convencer por él, aunque sabe que éste ha mentido repetidamente.
Tristán
Es un criado fiel, de absoluta e intachable fidelidad.
Cuestiona las inclinaciones de su señor hacia la mentira.
Lucrecia y Jacinta
Son damas y tienen un honor que proteger; además son fieles amigas una de otra.
Se enamoran del mismo hombre y manifiestan sus celos.
La trama de La verdad sospechosa es ciertamente complicada. Se trata de una comedia de enredo que mantiene una interesante lucidez narrativa. No hay fases oscuras ni situaciones difíciles de comprender, quedando bien claras las tres grandes secuencias narrativas (en los tres actos) y sus respectivas subsecuencias (las escenas). El punto de enredo lo ocasiona el criado Tristán con su información errónea acerca de Jacinta, pues si éste hubiera acertado con la persona descrita, Don García habría cortejado a la mujer correcta:
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